La auténtica y única complicación de esta receta reside exclusivamente en la preparación de la salsa con la que vamos a aliñarla. Para ello, aromatizaremos el aceite de oliva que nos ha de servir de base para la salsa utilizando semillas de sésamo. Disponemos una sartén con el aceite, unas tres o cuatro cucharadas soperas, y las semillas de sésamo y lo calentamos hasta que se tuesten éstas sin llegar a quemarse. Con la ayuda de una espumadera, retiramos las semillas de sésamo y las reservamos.
Una vez tibio, mezclamos el aceite con el zumo de naranja, la mostaza, un par de cucharadas de vinagre aromático, la sal y una pizca de azúcar, batiéndolo todo hasta que se monte ayudado de una varilla o la batidora.
Troceamos las fresas a láminas, los melocotones a cuadraditos, la lechuga la deshojamos y a los berros les cortamos los tallitos. Con los espárragos trigueros haremos algo muy sencillo, puesto que debemos usarlos cuanto más gordos mejor, los cortamos a lo largo conservando las yemas enteras y así obtendremos unos bastones de espárragos. Disponemos todo junto en un bol y lo regamos con la salsa, removiendo para que se impregne bien.