A la mayoría de las personas les gusta el sol, y es cierto que el sol nos reporta muchos beneficios: aumenta la producción de vitamina D necesaria para el depósito del calcio en los huesos, mejora el estado de ánimo (está comprobado que en los países con poco sol la prevalencia de depresión es mayor) y, como no, nos pone morenos. El bronceado es consecuencia de la síntesis de melanina, sustancia protectora natural que absorbe la energía de los rayos ultravioleta y evita que éstos penetren más profundamente en los tejidos. Así pues, la melanina es la mejor protección que existe frente al sol.
Pero si el sol no se toma con moderación y las debidas precauciones, puede suponer un verdadero problema para nuestra salud, tanto a corto como a largo plazo.
Durante el proceso del bronceado, las radiaciones ultravioletas matan las células de la piel y alteran la función del colágeno y de la elastina. También puede producirse vasodilatación cutánea. La sensibilidad a la luz solar varía según el origen, la exposición previa y el color de la piel, pero todo el mundo es vulnerable en algún grado a los efectos negativos del sol.
EL MEJOR TRATAMIENTO ES LA PREVENCIÓN. PREPÁRATE CADA VERANO.